Alberto de las Fuentes.- La reciente victoria electoral de Barack Obama en Estados Unidos demuestra el creciente impacto de las redes sociales. Numerosas empresas deberían tomar nota.
Cierto es que Obama no estuvo solo (contó con la ayuda de gente de tanto peso en la industria como el presidente de Google, Eric Schmidt, o uno de los cofundadores de Facebook, Chris Hughes). Pero, esto no hace más que confirmar la tesis principal: el mundo ha cambiado. Las viejas formas de comunicar y de hacer negocios, como han descubierto John McCain y el partido republicano a su pesar, están quedando rápidamente obsoletas.
Hoy en día, ahora mismo, hay formas mucho más eficientes de comunicar, de segmentar y alcanzar a nuestros públicos objetivos, de multiplicar nuestros mensajes, y de convertir estos mensajes en acciones. Usando Facebook, Youtube, MySpace, Twitter...
Así, la campaña del ya presidente electo combinó con maestría una serie de recursos y herramientas sociales que le permitieron segmentar primero y articular y coordinar después a una enorme legión de seguidores. Pero esto sólo era el principio.
Estos seguidores, a su vez, multiplicaron el efecto y se convirtieron en creadores, empaquetadores y distribuidores de todo tipo de mensajes. Ellos fueron los auténticos protagonistas de la campaña. Obama y /o sus asesores tuvieron la habilidad de liberar estas energías colectivas, de alimentarlas y encauzarlas, y transformarlas en apoyo, ruido mediático, financiación y, finalmente, votos.
Para ello, contaron con el apoyo de empresas que no existían hace 10 años (como Google), usaron herramientas sociales que no existían hace 5 (como Facebook), se apoyaron en la capacidad que tiene ahora cualquier ciudadano para ser un creador de contenidos, para empaquetarlos y para distribuirlos libremente entre sus conocidos y amigos.
El resultado está a la vista. La presidencia para Obama, el Congreso y el Senado en manos de los demócratas. Es cierto que su campaña tenía un producto de primera calidad, sólido, creíble, con un mensaje que ha calado, que ha hecho soñar a los americanos. Y que había más factores que contribuían a hacerlo atractivo (los errores de la Administración Bush, la crisis económica). Pero no es menos cierto que la campaña demócrata hizo un uso impecable de todas las posibilidades de los medios sociales.
Los propios internautas transformaron, enriquecieron y multiplicaron el mensaje puesto en marcha por Barack Obama. Y eso es algo que todos los partidos políticos del mundo, y todas las empresas deberían estar analizando. No digamos ya los medios de comunicación.
Quien no haga los deberes rápido puede encontrarse muy pronto como John McCain la noche del martes: felicitando con elegancia a su rival, yéndose a casa...