viernes, noviembre 07, 2008

El desafío de la credibilidad en la web 2.0

por Henrique Ribeiro*

El desarrollo de las nuevas herramientas de Internet y su creciente popularización son fenómenos fácilmente perceptibles para quienes utilizan con frecuencia la red mundial. Dejando un poco de lado los innegables beneficios obtenidos con la interactividad y la democratización de la información, hay dos aspectos con los cuales hay que tener mucha atención para que la actividad informativa no se pierda en las trampas que existen en todas las revoluciones y cambios de paradigmas: la disminución de la calidad de las noticias debido a la necesidad de publicarlas en tiempo real; y la difusión desordenada de información por personas que no tienen necesariamente compromiso con el buen periodismo, lo que puede llevar al desencuentro de informaciones y a la consecuente confusión – y, al final, desinformación – del público.

Ejemplos de noticias publicadas incorrectamente en la red no faltan. Uno clásico ocurrió en la cobertura del periódico El Mundo sobre el atentado del 11 de septiembre de 2001 en New York. Una de las noticias de la portada anunciaba que el aeropuerto de Los Angeles se estaba quemando, pero nada ocurrió en la ciudad californiana. Navegando por la página web de Folha de S. Paulo, el principal periódico de Brasil, es posible encontrar unos cuantos errores digitando la palabra “erramos” en el campo de búsqueda. Fijando apenas en las fallas ocurridas hoy (12/11/2008), destaco dos: la utilización de una foto equivocada en la referencia al nuevo álbum de Guns And Roses (lo cual pretiendo comprar) y el sutil, pero crucial cambio de la palabra “estatización” por “privatización” en una materia sobre una medida provisional aprobada hoy por el gobierno brasileño para el futuro de los bancos en el país, que podrán quedarse bajo control estatal a partir de esta fecha.



Hay que señalar que, diferentemente de lo que pasó en ejemplo del 11 de septiembre, los errores analizados en Folha probablemente no fueron ocasionados por falta de madurez para confirmar las informaciones, sino que por la prisa en publicarlas. Cuando el periodista deja de revisar un texto, sea por pereza o por la presión de la mentalidad “minuto a minuto” que predomina en la web, son grandes las posibilidades de cometer errores como el cambio de una palabra por otra diametralmente opuesta simplemente por desatención. Los errores (tanto de confirmación de informaciones cuanto los de revisión) siempre ocurrieron y nunca dejarán de ocurrir, no son “culpa” del surgimiento de la web; sin embargo, las características de este medio favorecen la intensificación de este problema.


Esto puede llevar a conclusión de que lo más seguro, entonces, no es confiar en las informaciones provenientes de páginas web de grandes vehículos ahogados por la presión del cierre continuo, sino que buscar las noticias en blogs, redes sociales y otros mecanismos que no tienen compromiso con la velocidad. Hay que tener mucho cuidado con esto. El buen tratamiento de la información exige comprometimiento y responsabilidad, algo con lo cual los informantes no-periodistas (aquellos que componen la llamada “We Media”) no tienen que preocuparse. Su participación puede ser muy importante como complementación del trabajo periodístico profesional, en la medida en que permite a testigos oculares contribuyeren con fotos, videos y relatos sobre hechos importantes.


Sin embargo, la fiesta de la interactividad está abierta también a gente mal-intencionada a quien se hace disponible espacio para difusión de informaciones falsas, simplemente por el placer de molestar. Hay, también, los bien intencionados, pero que no tienen la noción exacta de la responsabilidad que tiene alguien que se dispone a informar, y que por eso se ponen a transmitir noticias no-confirmadas (a veces generadas inicialmente por los mal-intencionados). O sea, gente no preparada para eso intenta actuar como si fueran periodistas profesionales, dejando de ser importantes auxiliares para intentaren peligrosamente actuar como si fueran periodistas profesionales. La consecuencia es obviamente peligrosa. En medio a esta avalancha de noticias, ni siempre el público sabe filtrar y quedarse sólo con lo que es fiable. Que quede claro: el público puede - y tiene - una función importante en su participación, pero esa función tiene que ser auxiliar, y no esencial a la difusión de las notícias. Si yo, periodista sin ninguna otra formación intentar comandar un proyecto de construcción de un edifício, o realizar una operación, o manejar un autobús, seguramente lo voy hacer mal. Analogamente, si un inginiero, un médico o un camionero intentaren hacer el trabajo de un periodista, van a cometer errores. Es posible aprender y eso se hace con la práctica. Sin embargo, eso no me da el derecho de construir diez edifícios (o veinte, o cuantos sean) que van a desmoronar hasta que aprenda a hacerlo bien, por lo cual el inginiero también no puede noticiar equivocadamente con la justificativa de estar aprendendo los métodos adecuados.


¿Cuáles son, entonces, las soluciones para los problemas de fiabilidad en la web? Esta es una pregunta que todavía sin respuesta. Como se trata de un fenómeno considerablemente reciente, sobretodo al que dice respeto a la participación del público, es imposible trazar con seguridad un camino para que la red no se torne un universo de informaciones desencontradas. Solamente el desarrollo de las técnicas y la concientización del público sobre los beneficios y peligros de la Internet llevarán el medio a una condición 100% madura. Este proceso, como pasó con todos los medios, tardará un cierto tiempo.

*Henrique Ribeiro es periodista y no odea la Internet: tiene cuenta en la red social Orkut y en dos emails, recibe noticias por la herramienta de RSS y escribe en el blog futbolístico Canchas de Brasil. Su único miedo es que el creador acabe dominado por la creatura.