Por Esther Calvé
No soy una romántica. Ellos aún usan walkman. (Tener Ipod no es lo último, porque los vinilos son lo más). Y eso que siempre habrá defensores de lo tradicional. Si no, vean a mi amiga, la abuela Anamari.
No soy una inútil. Ellos se preguntan en silencio por dónde pasar las tarjetas de crédito cuando se compra por internet.
Ni una retrógrada. Soy publicista, eso no va conmigo. Hay gente que cree que somos guays. "Unos flipaos", vamos, pero yo creo que es un mero estereotipo.
Me excuso porque no sé cómo explicar... ¡Que no quiero pertenecer a ninguna comunidad! Ya soy adicta al MSN, a Emule y a Youtube, no tengo más tiempo para ser freaky.
Aunque tengo una duda: ¿Quién es ahora el freaky? Creo que en algún lugar del camino, los que no queremos sucumbir, nos hemos quedado a un lado de la carretera. Ahora tienes que tener un par de blogs, eso sí, actualizados, y también disponer, por lo menos, una cuenta en Myspace o Facebook.
No me dio la gana registrarme en Hifive, ni en Myspace. ¿Por qué voy hacerlo ahora con Facebook? ¿Es una broma? Soy la única de mi clase que no pertenece y no me entero de las quedadas, no veo las fotos de las cenas... Me sentiría out si no lo tuviera tan claro. ¡No quiero!
¿En qué momento se ha puesto de moda dejar que todo el mundo vea tus fotos, quienes son tus amigos y comenten si les gusta más la foto de la playa que la del parque? Ostras que guay eres, tienes mil amigos… normal, si vas agregando a todo quisqui. Hay muchos amigos y enemigos de estas nuevas familias.
Como dice uno de mis profesores: ¿Estamos locos o qué?
Ya sé que puedes determinar tu nivel de privacidad, y que los blogs también tienen ciertas normas legales, pero no me apetece participar, tener un blog propio.
Me negaba, porque a esto último he tenido que ceder por exigencias académicas, y no es que me disguste porque sí, simplemente creo que no tengo nada que aportar, que lo mío no es escribir para contar al mundo mis grandes hazañas. Simplemente no tengo esa necesidad, ni el tiempo para llevarla a cabo.
Podría contar mi vida a través de fotos, porque las tengo, pero quiero compartirlo con mis amigos, con quien me conoce, y no con el amigo del amigo que es primo del vecino de uno que coincidió en un curso conmigo y que tiene mi dirección.
Con esto, lo que quiero decir es que el fenómeno de los blogs, como se empeñan en decir algunos, es una realidad de nuestros días, fruto del desarrollo tecnológico que vivimos, de las ganas de comunicar que tenemos, y, no lo neguemos, de lo fácil que lo tenemos. Es gratis. Es accesible. Y es nuestra!
¡Por fin!
Si, por fin... aunque haya dicho que no soy fan de los blogs, en realidad no lo soy de crear los míos propios, pero me encanta la idea de poder acceder de forma rápida a lo que opina gente que sí creo que tenga cosas que decir. Acabo de descubrir el blog de Tom Peters, gurú de los gurús en "self-branding".
Gracias a todo lo que nos ha enseñado esta semana mi profesor Jose Luis Orihuela (un crack de los nuevos medios) he podido ver la otra cara de la historia "bloggera", y ya lo he marcado en mis favoritos de Del.icio.us. También la de mi compañero Felipe Costabal.
Porque ellos si tienen cosas interesantes que decir, cuando además son inteligentes, ingeniosos, divertidos e irónicos (algunos). Y seguiré agregando a aquellos que me hagan aprender, que me aporten otra visión de las cosas…
Creo firmemente que los blogs dan a las personas una total libertad para expresar sus ideas, creencias u opiniones sobre algo. Hasta ahora no tenían oportunidad de hacerlo, ya que si llamabas a un programa de radio o televisión, te colgaban si no era conveniente, las cartas al director acababan siendo las cartas "del" director... y por fin somos nosotros los que tenemos el poder de ¡decir lo que queremos cuando queremos y cuando queremos!
Y lo digo bien alto, porque así lo creo, porque si no me interesa, no lo leo. ¡Pero puedo elegir! ¿Hay algo más grande que esto? No contestéis...
Y no es porque crea que la gente no tiene nada que decir, muchos sí tienen. Y para ellos, la web 2.0. Si no, que le pregunten al abuelo de internet.
Había empezado este ensayo como una crítica a aquellos que creen que el futuro pasa por tener cinco blogs cada uno, 150 amigos guays en Facebook y una moda pasajera... y he acabado defendiéndolo. Porque este momento es nuestro. Y no nos lo van a quitar...
Cariño, a veces las cosas no son lo que parecen.