El alboroto del nuevo siglo quedaba atrás y en las oficinas de TerraLycos continuábamos editando nuestros productos habituales. Entre ellos se encontraba Tripod, un proveedor de hosting gratuito para websites destinado a un público con escasos conocimientos tecnólógicos pero muchas ganas de publicar en la web. Fue durante una habitual conferencia telefónica con el desarrollador de nuevos negocios de Tripod cuando me comentó acerca de los weblogs y de cómo podían afectar el negocio de los webserves gratuitos. Las bondades del producto eran evidentes, pero no sólo eso: el fenómeno había capturado la atención del público y de los grandes inversores. La emoción se sentía en el aire y ahí estabamos ambos creando nuestros primeros blogs. El jueves 04 de enero de 2001 a las 16:21:50 recibía de Blogger la confirmación de que mi blog había sido creado.
Pero el ciberespacio no estaba preparado para un blogger más. Un cambio interno dentro de la compañía nos alejó del mundo de la autoplublicación y mi weblog acumuló polvo durante 5 años, hasta que el Módulo de Nuevos Medios del MGEC me devolvió al ruedo. No sólo habían evolucionado los blogs, sino que habían tomado al mundo por asalto. Si no tener una cuenta de email era una desgracia hacía 5 años, hoy sería -exagerando- casi lo mismo que no tener un blog. El mundo no sólo quiere comunicarse con vos, quiere saber que tenés para decir, y, como si eso fuera poco, cómo lo decís, quién te cita y quién te ve. Es como si la interacción comenzara a ser condición de definición del ser social de cada uno. Y está muy bien que así sea.
Como todo nuevo canal o toda nueva tecnología, el blog como género y como instrumento tendrá sus evangelizadores y detractores. Uno de los mayores vicios del comportamiento humano (mea culpa) es cerrar los ojos al aporte ajeno, a la opinión diferente, a la infinidad de mundos posibles que encierra la mente de cada uno. El hecho de tener un canal donde esa humanidad interna se abra y sea susceptible de ser compartida no es un logro menor. Un blog hoy anónimo puede ser mañana un instrumento de crecimiento en la cosmovisión de aquel que ayer se limitaba a comprender el mundo por el límite físico de su interacción humana. Se podrá criticar el fin último de cada blog particular, pero me atrevo a decir que es innegable que el aporte que hace a la libertad de expresión -en cuanto a limitación tecnológica- marcará de forma determinante, no sólo a internet, sino a la comunicación, en cuanto a disciplina y a relación (entre pares, consumidores-empresas y empresas-empresas), tal y como hoy la conocemos.
Nota: además de sugerirme pseudo reflexiones psicosociales, el módulo me permitió avanzar en el conocimiento de la sindicación de contenidos, la integración de herramientas de terceros al propio blog (como el blogroll a traves de bloglines.com) o la utilización de xml para compartir módulos específicos de un blog y por tanto la posibilidad de integrar ese contenido a un website tradicional (como intentaré hacer en breve con mi propio website personal). Y, por supuesto, resucitar mi viejo blog.